Mostrando entradas con la etiqueta #globalización. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #globalización. Mostrar todas las entradas

sábado, 23 de febrero de 2013

Ciudad de México luchando contra el Chicle


Ciudad de México luchando contra el Chicle-Plataforma urbana-
Por Camila Cociña Varas

El 1 de febrero comenzó el programa. Un plan para limpiar Ciudad de México de sus chicles. La capital mexicana es la segunda ciudad más poblada del mundo, sólo antecedida por Tokio, y se caracteriza también por ser, en algunos sectores, muy sucia y contaminada; de eso también sabemos los santiaguinos. Un dato extra, sin embargo, es que se calcula que DF tiene en sus veredas 70 chicles por metro cuadrado. Considerando que el centro de la ciudad fue nombrada en 1987 Patrimonio Cultural de la UNESCO, el Departamento de Conservación de Espacios Públicos del Centro Histórico adquirió 10 máquinas para limpiar la ciudad. El servicio es claro en su nombre: Gumbuster, algo así como CazaChicles; cada una de las 10 máquinas que adquirió Ciudad de México pueden llegar a limpiar 12.000 chicles diarios, y según el slogan de la propia empresa, se trata de un proceso “Ecológico, pero Fulminante para el Chicle”.
En cualquier caso, el problema no es exclusivo de México; ciudades como Barcelona han recurrido al mismo servicio para poder limpiar sus calles. Y es que está claro que a medida que las urbes se complejizan y crecen, los problemas que de ella surgen se diversifican también. En este caso, algo que parece inofensivo, se transforma en una inversión 50 mil dólares (5 mil dólares por máquina), y en una curiosidad digna de contar.

Ciudades globales


Localizando ciudades en circuitos globales


Entre la explotación y los nuevos despojos

Esta semana se presentaron lo nuevos números de la revista Theomai con una temática compartida, que apunta también a discutir el desarrollo de este capitalismo insustentable. La número 25, titulada "Trazos de sangre y fuego ¿continuidad de la acumulación originaria en nuestra época?". Y la número 26: "Modos de acumulación, recursos naturales y dominio colonial en América Latina".Para transformar la realidad, se necesita un diagnóstico certero. Es cierto, no es una condición suficiente, pero sí imprescindible. Como parte de esta lucha de ideas, ya está bastante difundida la crítica a “el modelo” destacando su carácter “extractivista”. Sin embargo, las complejidades del caso nos sugieren pensar en el concepto de “acumulación por desposesión” que puede ser el origen del otro. Y de qué manera se diferencia, y se complementa, con la “explotación” entendida desde Carl Marx en términos de “reproducción ampliada del capital”. Todos estos interrogantes se trabajan en los últimos números de la revista Theomai, dirigida por el investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, Guido Galafassi.
En la presentación realizada esta semana en el Centro Cultural de la Cooperación, expresó que “aunque ciertos intelectuales descubrieron el extractivismo” ahora en verdad esto se remonta a la historia misma de América Latina, como plantea el libro de Las Venas Abiertas de Eduardo Galeano. Si bien no contradijo esta postura, Claudia Composto, una de las compiladoras de la revista, manifestó que en los últimos años vivimos una “reinvención del extractivismo”. Y para ello fundamentó la novedad del fenómeno con cuatro puntos de consideración. Estos son: 
El umbral del agotamiento planetario de las materias primas
Las tecnologías más agresivas que son necesarias para seguir explotando 
El nuevo estatus de los bienes comunes renovables como recursos escasos, casi no renovables
El consecuente tratamiento como commodities. 
Para Diego Pérez Roig, otro de los compiladores del nuevo número de Theomai, la relativa fama que ganó el concepto de “acumulación por desposesión” en el mundo académico se entiende por un hiato que se generó en la explicación del capitalismo luego de los setenta. Su postura es de preocupación por el “vaciamiento teórico” que se produce, porque el término se convierte “en un pastiche”, y en general no se estaría tomando en cuenta el potencial crítico. Es decir, la caracterización marxista de la violencia extra-económica constitutiva del proceso de acumulación capitalista. 
Paraguay

“El despojo es la contracara de la reproducción ampliada”, manifestó Composto. La “reproducción ampliada” es la ya clásica contradicción entre capital y trabajo, por el cual los empresarios obtienen la ganancia (plusvalía) de sus trabajadores. Por su parte, la acumulación por desposesión, o por despojo según la versión latinoamericana, se centra en una segunda contradicción, entre capital y la naturaleza, según también conceptualizó James O´Connor. Esta es la base para hablar hoy de un marxismo ecológico, para fundamentar la crisis de un capitalismo insustentable. En este punto, la reflexión que puede hacerse es sobre los gobiernos progresistas de América Latina. Tal vez el cambio importante en relación al neoliberalismo duro es la preocupación por la explotación social (la reproducción ampliada), intentando a través del Estado implementar políticas sociales de redistribución de esta riqueza. Sin embargo, no puede decirse que sin conocimiento, pero tal vez sin conciencia plena de los males que produce el despojo, en el presente y sobre todo en el futuro. Para los trabajadores del mañana, se necesita pensar.

Política urbana y globalización


jueves, 19 de julio de 2012

EXPERTOS....globalización


En este interesante artículo podrán leer a Mabel Manzanal refiriendose a la globalización.

Globalización, un monstruo que pisa fuerte

El jinete se encuentra que en la resistencia contra la globalización se generan nuevas formas de lucha, nuevos objetivos, nuevas ideas sobre lo que ahora se llama desarrollo territorial, con nuevos actores.
–Su plan de investigación es sobre territorio y poder en la globalización, ¿verdad?
–Sí. En los últimos diez años estuve trabajando con eso. Cuando uno analiza la problemática del de-sarrollo, siempre hay cuestiones espaciales presentes. En el último período, la cuestión del territorio viene pisando fuerte, tanto desde el lado de la política como desde el lado de la academia. Se habla mucho de desarrollo territorial. De algún modo, nuestras investigaciones tratan de desmitificar esa asociación virtuosa entre desarrollo y territorio.
–¿A qué llama “desarrollo territorial”?
–Si nosotros lo comparamos con otros momentos de la historia de Argentina, en la época de la planificación se hablaba de desarrollo regional. Hoy se llama desarrollo territorial al desarrollo de determinados lugares que pueda surgir no tanto del Estado, sino de los actores locales.
–¿Por ejemplo?
–Los ejemplos vienen de la experiencia del norte de Italia, donde se habla del desarrollo de grupos de empresas medianas que tienen capacidad competitiva y se colocan en los mercados muy eficientemente. Eso se intenta trasladar a los espacios de nuestro tercer mundo. Un ejemplo es Rafaela, donde habría una confluencia de empresas, de actividad industrial y agropecuaria muy dinámica. La condición de que se genere desarrollo territorial es que los actores tengan una capacidad diferencial respecto de otros actores y a su vez la capacidad de generar exportaciones, es decir, de ser competitivos internacionalmente. Aquellos territorios que no son competitivos internacionalmente quedan por fuera del desa-rrollo territorial. Y en Argentina la mayoría de los territorios son así.
–¿Y qué es específicamente lo que hace usted?
–Nosotros estudiamos en profundidad cuáles son las relaciones de poder y cuáles son las contradicciones que se presentan en las políticas públicas y en el propio proceso de globalización que de algún modo avanza sobre los territorios buscando esas oportunidades diferenciales y los transforma. Y suele ocurrir que muchos de los sujetos que están en esos territorios no quieren sufrir ese tipo de transformaciones. Por ejemplo, tenemos el caso de la Quebrada de Humahuaca. Fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad y, por eso, confluyen dos propuestas: una de turismo internacional y otra de de-sarrollo rural para la población del lugar. Esta población se ve incluida en los dos modelos.
–¿Y qué pasa allí? Algunos actores deberán vender sus tierras... ¿qué hacen? ¿Se van a la ciudad?
–Eso pasa. Hay gente que vende la tierra porque no son competitivos en los mercados que se abren, no pueden producir el tipo de alimentos que demandan los mejores hoteles de la zona. Entonces a veces pasa eso: hay una gran cantidad de pequeños productores que, según los últimos dos censos, de-saparecieron.
–¿Y qué va a pasar con todo eso? ¿Se puede resistir a la globalización, ese monstruo grande que pisa fuerte? A mí me contaba un maestro de San Francisco que cuando lograron poner un televisor para toda la comunidad, el efecto fue devastador: se fue todo el mundo.
–Claro. Porque ven imágenes de facilidades que creen que hay en las ciudades, un acceso al consumo que ellos no tienen. De cualquier modo, esto no se transforma simplemente con computadoras y televisores, sino con procesos que tengan en cuenta las características culturales de esta gente, con una educación que posiblemente no sea la que están recibiendo. Hay otro ejemplo, que es el caso de Misiones, una provincia con mucha población minifundista de pequeños productores. Mientras hubo tierra pública, los procesos de colonización pública le fueron dando tierras. Pero hace varios años se ha quedado sin tierra pública. Entonces comenzó a producirse un proceso de avance y de ocupación de tierras privadas en el nordeste de Misiones. Eran tierras prácticamente abandonadas, producto de la deforestación y prácticamente improductivas si no fuera por las nuevas tecnologías.
–Ese es el viejo problema de la tierra.
–Sí. Ahora han adquirido un nuevo valor. Entre los propietarios y los ocupantes se genera una situación de conflicto que lleva, entre otras cosas, a la formulación de una ley de arraigo y colonización, que dictaba la expropiación de algunas parcelas. Es una ley que supuestamente favorecía a los ocupantes, pero las tierras todavía no se les han dado. Algunos grupos tienen conciencia de lo que está pasando y proponen modelos que no son ni los que les provee el gobierno ni los que les provee la globalización: quieren tener sus propias escuelas. No le voy a decir que es mayoría, pero hay algunas redes de grupos organizados de gente que se moviliza (sea por el agua, por el medio ambiente, por la tierra). Ellos plantean que todo lo que les viene del propio Estado o de muchas ONG es un modelo que no está de acuerdo con lo que ellos necesitan. Y ellos, entonces, buscan otra salida, como por ejemplo la educación alternativa a las instituciones (que, según dicen, perpetúa la dominación). Esos casos existen. Los territorios de los que hablamos son territorios de la globalización, de la modernidad y de la descentralización. Yo veo los territorios como un lugar donde uno visualiza de manera directa muchas de las contradicciones del modelo, de las propuestas, de la aplicación de las diferentes normas y leyes. Estos territorios, cuando uno los mira como si les pusiera una lupa y los agrandara, observa que son territorios atravesados por la globalización, por las nuevas propuestas y por la descentralización, que es una propuesta del modelo neoliberal. Son territorios de la modernidad en tanto y en cuanto todo esto que atraviesa las propuestas neoliberales, la globalización, la centralización, viene con una contrapartida: aparecen nuevos movimientos sociales, actores con demandas diferentes a las que nosotros tradicionalmente conocimos.
–¿Por ejemplo?
–En los ’90 empiezan a aparecer movimientos de reclamos que no están vinculados con lo productivo (que es el modelo clásico de los reclamos: por tierra, mejores salarios, etcétera). Están vinculados, por el contrario, con demandas asociadas con el deterioro del medio ambiente, con el uso y el abuso del agua por parte de determinados sectores, por problemas de polución resultante de la explotación minera a cielo abierto. Estas demandas son diferentes a los que tradicionalmente estamos acostumbrados a ver; por eso los llamamos territorios de la modernización, en donde los reclamos tienen características más universales y menos personales. No estoy luchando por mi salario, sino por cuestiones más globales. Hay que ver, entonces, las dos cosas: el avance del poder dominante y hegemónico que va arrasando con las poblaciones tradicionales, pero también la reacción de estas poblaciones tradicionales.
Informe: Nicolás Olszevicki      Leonardomoledo@blogspot.com